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Fuentes del Llobregat

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A 1300 metros de altitud y debajo mismo de Castellar, encontrareis las Fuentes, el nacimiento del río Llobregat.

Se trata de un espectáculo natural de agua y naturaleza, que ofrece un amplio abanico de diferentes tonalidades de colores al largo de todo el año, y que merece que os paréis a contemplar el nacimiento de un río que a vertebrado Cataluña y que hasta llegar al Mediterráneo pasa por 28 municipios.

Para llegar hasta el nacimiento a pie des del pueblo, debéis de dirigir-os al parking de la entrada y recorrer el camino de escaleras limitado por una barandilla de madera. También podéis llegar en coche desde Castellar de n’Hug por la carretera en dirección la Pobla de Lillet, cogiendo el desvío que está debidamente señalizado.

Entre la vegetación ya se insinúa el río y podéis sentir el rumor del agua, el canto de diferentes pájaros y admirar la flora y vegetación propia de un ecosistema de ribera.

El agua sale de la roca calcaría y es el resultado de las aguas de la lluvia y de la nieve que durante el invierno se acumula en los picos más cercanos como el Puigllançada y la Tossa de Alp.

La surgència principal en forma de cascadas es un espectáculo que en la primavera, durante el deshielo, hace poner los pelos de punta. Desde un mirador, podréis ver y gozar de la fuerza y belleza del agua.

 

 

No siempre, pero, en Castellar de n’Hug todo fueron flores… mirar que dice sino…” La leyenda de la Bruja de Castellar”

Nadie no se savia avenir que Hug de Mataplana, el muy noble señor de Castellar, hubiera escogido aquella señora extranjera para casarse.

Todo lo que Hug tenía de nobleza y generosidad, en aquella señora era altivez y egoísmo; todo lo que en él era bondad, en ella era maldad de la más negra.

Hasta entonces, los vasallos de Hug habían vivido tranquilos y en paz bajo el gobierno de su señor, pero la llegada al castillo de aquella señora arrogante y orgullosa lo giró todo. Su influencia era tan maléfica que el señor Hug enfermo y, a las pocas semanas, moría sin remedio sin llegar a conocer a la hija que esperaban.

Los vasallos no se explicaban aquella muerte. Les parecía cosa de misterio y malas artes. Y fue así como empezó a correr el rumor que la señora del señor Hug era una bruja de las más malas.

Y no debían ir muy equivocados; unos meses más tarde nació la hija que esperaban y, como si fuese un castigo por maleza de la madre, resultó tan fea que daba miedo de ver. Tenía los cabellos rojos como el fuego, y los ojos, pequeños y brillantes como el de las bestias que de noche corren por el bosque.

-          Mi hija tiene que ser la más bonita de estas tierras- pensaba la bruja, llena de envidia.

Y como eso era imposible, decidió hacer desaparecer todas las niñas que nacieran en sus dominios tirando-las al fondo de una profunda y indómita cueva que descubrió montaña arriba, cerca de su castillo.

Muchas noches, sobretodo cuando havia temporal, la bruja visitaba la cueva y reía, complacida y satisfecha por su venganza, escuchando los lloros de aquellas criaturas inocentes. Hasta que una noche dejó de sentir ruidos. ¿Que podía significar eso?

Interesada, la bruja fue entrando más y más adentro, abriendo bien los ojos como si pudiese ver en medio de la oscuridad, y afinando la oída como si pudiese sentir otra cosa que no fuera el silencio. Tan grande era su desazón y tanto se abocó en aquel agujero, que, resbaló y fue a parar, ella también, al fondo de aquella cueva infernal.

Pero, como si las profundidades de la tierra no quisiesen saber nada de aquella señora maligna, un gran río de agua surgió de dentro de la cueva, expulsando el cuerpo de la bruja.

Dicen que de este hecho nació el río Llobregat, y que sus aguas son las lágrimas de aquellas pobres criaturas.

También dicen que la fuerza de aquel río fue tanta, que la bruja quedó convertida en un polvo rojizo que, desde entonces, tiñe aquellos parajes y, cuando hay tormenta, también las aguas del Llobregat.

Y quien no se lo crea, (que siempre hay alguien que dice que las estas leyendas son historias del borde del fuego), que vaya a las fuentes del Llobregat y se pasee por los alrededores de Castellar de n’Hug, y ya sabrá decir si hay o no hay piedras y arena de color rojo.

 

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